Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

08 julio, 2009

Séptimo cigarro. 2

Segundo cigarro.



Era uno de esos martes que no vale la pena ir al cine. Estaba sentado en el sofá de su sala, mientras pensaba un poco, en cuanto puede cambiar uno, en cuan poco tiempo, dependiendo únicamente de los acontecimientos, recordó entonces que tenía la cajetilla en el saco que había usado el dia anterior. Se puso de píe y camino a su cuarto. Encendedor. Cigarros. Cenicero.

Se lanzó sobre el puf, de su cuarto y se quedó ahí como abandonándose, dejó el cenicero en el suelo. Y sin decidirlo realmente, empezó a soñar un poco, revisó con una mirada rápida los carteles publicitarios que tenía colgados en la pared, y no pudo evitar recordar su sueño de adolescente, el hacer la publicidad a sus cigarros favoritos, después como por un salto llegó a su mente el trabajo en un bar, en una de esas tabernas de esquina, que son trancitadas siempre por la misma gente, el segundo trabajo que le hubiese gustado tener.

Si, no eran sueños de un digno burguéz, emprendedores y plenamente rentables, no, pero nuestro protagonista, no era un digno burguéz, es más, nunca se sintió parte de ese mundo, nunca, pero por las razones que el siempre ignoró, llegó a tener su tan deseada y ahora sin importancia, posición económica, que si bien cierto no era uno de esos empresarios millonarios, de los que tanto se oyen hoy en día, se encontraba en una cómoda clase A y su vida era realmente confortable. Se puso el cigarro en la boca, casi sin pensar, y lo prendió en un segundo instante de inconciencia.

Por un momento, le vino a la mente su niñes, recordó a su padre fuera de casa, seguramente llevando los regalos y a su madre preparando el pavo para la noche buena, siempre que volvía a su infancia, lo hacia en épocas de navidad, cuando uno andaba realmente feliz por la casa, avanzando a saltos y tarareando los villancicos. ¡Que hermosos días! - Soltó entre recuerdos.

Sobre el segundo cigarro, fue uno de esos que parece perder sabor mientras más pitadas uno le va dando. Uno de esos cigarros que nunca es contado, incluso cuando la cajetilla está medio vacía y se trata de hacer memoria de cuantos se ha fumado durante el día. Uno de esos que se pierden con la rutina diaria y que se fuma cuando hay que matar el tiempo. La sensación de paz y ligereza que suele acompañar al fumar nunca llegó, fue uno de esos cigarros que pareciera nunca haber sido fumado.


Quedan cinco.

2 comentarios:

Unknown dijo...

alaa!! si pues siempre esperabamos cn demasiado alegria jajaj era increible .. y ahora.? nadaa mas tranqui que nosé que jaja=)
te salio bn bonitoo!! jajajjjaa

Unknown dijo...

demasiadooo jajjaa