Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

14 julio, 2009

Séptimo cigarro. 3

Tercer cigarro.

El miércoles parecía consumirse poco a poco junto al cigarro del cenicero. La tarde lo encontró sentado en su oficina, queriendo dejar correr las horas, mientras esperaba la salida. Le era agobiante la idea de tener que trabajar tiempo completo después de tantos años, a pesar de que la estancia en la oficina era cómoda.

Una alfombra gris cubría el suelo, los asientos acolchonados, aire acondicionado, un baño siempre oliendo a desinfectante, una cocina siempre disponible para poder preparar un café o calentar el almuerzo llegada la hora, en resumen, todo el ambiente de pequeño burgués que deseó tener cuando joven, parecía ser la replica exacta de la oficina de su madre, a diferencia que esta vez él trabajaba y no caminaba viendo los adornos extraños que se suelen tener sobre el escritorio, o tratando de entender los cuadros de arte abstracta que estaban colgados en los pasillos. Todo lo deseado parecía hacerse filtrado por algún extraño desague subterraneo.

Antes para él, la idea de oficina venía en un pack junto a la idea de libertad y trabajo sin presión, pero al conseguir todo lo que cuando joven deseaba, llegó a entender que todo es diferente cuando lo vives de primera mano. Hizo pequeños aros con las últimas bocanadas de humo, mientras el cigarro se consumía casi por completo.

Los aros de humo se iban alejando, hasta chocarse con el techo y desvanecer. -Ya van tres días seguidos en fumar... - Dijo sintiendo un pequeño agujero en los pulmones cargado de culpa, por hacer daño a su organismo, por haber vivido una mentira toda su vida, por la esclavitud voluntaria, ese tipo de culpa indirecta que nunca se llega a saber con claridad de que se trata realmente.

¿Cuándo fue la primera vez que fumé? - Sé preguntó en mente mientras veía el computador cargado de compromisos. Pensó entonces que de seguro había sido una de las pocas cosas que le dejó su padre, pues sólo recordaba una imagen de él, fumando sentado mientras leía y tomaba café, queriendo huir del brillo del sol bajo una sombrilla, lamentaba no poder recordar más, pues mucho no lo conoció. Estoy más que seguro que le hubiera gustado conversar con él alguna vez, sólo lo recordaba o fumando o jugando con apariencia de estar en otro lado. Ocupado, con asuntos del trabajo y/o disfrutando su día libre con cosas que sólo el entendía, nunca fue el tipo de padre que le gustaba pasar el tiempo con su hijo, compartir un poco, conversar talvez, siempre fue una imagen literaria, un personaje de comic seguramente, plano y perfecto.

Es de recordar para él que su padre era un hombre de buenas costumbres y maneras, poco golpeado por la vida pero si insatisfecho de ella, hombre de mucho carácter, conservador pero hombre cansado también, envejecido por sus propios tormentos.

El tercer cigarro fue apagado sobre el cenicero de vidrio que estaba en su escritorio, al acabarse por completo.

Quedan cuatro.

1 comentario:

Unknown dijo...

yaya esta pajita.! que penita que nu recuerde a su papii!!! mmm la descripcion noc.. tiene un toq a tu casa no?.. =) esta paja... mongoloo!!