
Llevaba algunos meses sin fumar, pero un pequeño antojo a humo lo había invadido desde la mañana, más tarde y por las cosas que la vida reagala, llegó a él una cajetilla de siete cigarros, delgada y de color blanco, que compraba cuando en su billetera no contaba con más de dos monedas. Una cajetilla más pequeña incluso que las comunes chicas, una de esas que cubría apenas las necesidades básicas de un fumador compulsivo. Y es que cuando un hombre tiene gusto por la lectura, como éste, nuestro protagonista lo tiene, es casi una necesidad llevar a cabo la gustosa acción y acompañarla con un cigarro o un café, o ambos en el mejor de los casos.
"Cuando no hay más solución, se recurre a la suerte..." - Dijo mientras sacaba un cigarro de su cajetilla, le daba vuelta y lo volvía a guardar, ocultando el filtro. El cigarro de la suerte, le llaman muchos, el que posee la habilidad de cumplir un deseo una vez terminado de fumar, si y solo si, cumples la condición de que éste, el cigarro de la suerte, sea el último en fumar. ¿Superstición? De repente en estos días, ya no había a que más recurrir.
A paso flemático andaba entre las angostas aceras de un parque pequeño y sumamente tranquilo que hay camino a su casa. Cantando casi en la mente, una posiblemente antigua canción, mientras sacaba un nuevo cigarro, -Calles sin color, vestidas de gris… - decía la canción, y después de un momento continuó cantando el poco alegre estribillo, se sentó en una banca que había en el parque.
Para él hacía mucho que los días no eran más que domingos en potencia, pero no uno de esos domingos en los que posiblemente se pasa uno tranquilo, con una buena lectura o compartiendo una amena conversación, en un café. Sino uno de esos domingos donde el sol no hace más que transmitirte bochorno y cada una de las horas son inmortales, todos los días bañados de un color aburrimiento nostálgico, pues hacía mucho que los pasos de la vida no se atrevían a robarle una sonrisa.
Al tercer choque de piedras llegó a mantener una llama firme con su encendedor, prendió su cigarro y dio la mágica primera pitada, ésta pareció entrar hasta lo más profundo de su ser y luego muy suavemente dejó escapar el humo por la nariz. Aquel cigarro, fue el que llamaría funcional, fue uno de esos tan gozados, que se fuma cuando la barriga se está tan solo un poco más llena de lo deseado y cuando la brisa perfecta golpea con frescura el rostro al sentarse.
Uno de esos cigarros de los que uno parece tener todo el poder, el humo era ligero y las cenizas no volaban, caían a donde él apuntase. Uno de esos cigarros, con los que un fumador activo no se hubiese resignado, es más hubiese prendido otro, con la braza del que aún no se acababa. Pero eso, por lo general maltrata el sabor y el ritmo natural de las cosas, por lo que nuestro fumador, sólo se conformó con uno, como para quedarse con el buen sabor y con la sensación tan placentera que éste le trajo.
Terminado el cigarro, lo aplastó con el píe contra el suelo, se quedó ahí un momento, observando las cuculíes juguetear con las piedras, el quiosco de siempre, con los periódicos colgados y un viejo sentado que alimentaba a otro grupo de palomas. De una vez por todas, se puso de píe sin olvidarse del suspiro pos-fumada y se dirigió a casa.
Quedan seis.
2 comentarios:
y te dice ... fumame fumamee! jeje
esta super pajaa!! bonitooo!!
osea el fumador eres tu no? o cualquiera?:S.. en fin sea cm sea me gusta cm describes el acto, fumar un tipico cigarrillo lucky strike! jeje
Hola chibolo (de ésta manera dejo de el anonimato, supongo que ya sabes quien soy)
¡Qué decirte! Tu estilacho casi único siempre está reflejado por estos lares, me parece genial. Me gusta que ya no tengas el afán de usar términos rebuscados.
Hay una parte en la que mencionas una taza de café y el cigarro (deliciosa toda esa imagen), me hace acordar a una película: La ventana secreta, con Jhony Deep, allí puedes ver como sufrimos los que intentamos escribir algo, algo que nadie nos pide pero que lo hacemos y no entendemos muy bien el por qué, cuando te quedas frente al monitor y ves tu hoja de Word en blanco... esa desesperación ante la falta de inspiración y que cada uno busca en distintos lugares, algunos, en el tabaco... como tú ;) jaja, estamos hablando. Cuídate chibolo.
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