Mi tarde es fría y opaca,
rodeada de un aire triste y mortal.
Las mañanas en bicicleta, bajo el sol de ayer,
se han vuelto melancólicas.
El humo de los carros, asesinan
al césped de los parques de la ciudad,
y las miradas azules y rápidas,
me insultan y ofenden.
Mis tardes de color pardo,
desprenden un aroma a incienso
y café recién pasado,
y traen a mi mente recuerdos.
Hermosas melodías en un violín,
que era tocado por una dulce y fina mujer,
que desnuda esperaba,
en una silla sentada.
Esos eran mis sueños,
de aquella hermosa mujer,
que en mi mente descansa y
sólo en noches aparece.
muy lentas, y junto al reloj espero
la luna y el sueño,
que son el camino a mi amada.
En sueños me he enamorado,
y no encuentro forma de besarla,
siempre me mantengo a distancia y
tengo sólo la oportunidad de contemplarla.
La locura aguarda detrás de ella,
la impaciencia me invade
y sólo me queda dormir,
y sólo con verla me tendrá que bastar.
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