Sentía la riada desbordante,
el caudal alterado,
un calor extendido y
las ropas pegadas.
Pasos inestables
dirigiendo una marcha
constante, deliberada,
de respiración intranquila.
Desemboca en el eterno
azul de almagre color,
con un gabán negro
y con el plomo incrustado.
El percutor rojo,
una y otra vez,
pareció desmembrarse,
ante sus ojos.
Las cadenas ancladas, caían
cada vez más y más lento,
era eterno,
era continuo.
Entonces vio el distorsionar
de las cosas, al alejarse.
Sintió el frío metálico
y el barco soltó puerto,
poco a poco.
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