
Y de pronto y sin saberlo me voy desordenando, ahogando, entre lo que parecía lo libre y lo no. Los humos verdes, la neblina helada en los pies, en las rodillas, en el pecho, superan mi cabeza y me encierran. Me aterran. Me entierran.
Cuando la libertad al extremo se va volviendo agobiante y lo que creías que valía va perdiendo y perdiendo valor, hasta transformarse en una sensación, cansona, inentendible. Un mar de insignificancias, un mar sin respuestas, un asqueroso vaivén de dudas.
El sentimiento se torna una sensación, un retazo de lo que fue, un ocaso eterno, un amargor en la garganta con presión en el pecho. Una impotencia. Una pena, una pereza de lo mismo, pero un odio interno, creciente, desesperación. El sentimiento no puede ser físico, es lo que creí, pero al parecer, es lo único que importa últimamente. Sentir cosas diferentes. Y entre las inyecciones, los inhalantes, las heridas, los asesinatos, las bebibles y las que se fuman, van pareciendo cumplir mis expectativas.
Cuando el cambiar tanto se vuelve rutinario, quieres regresar. Cuando las drogas no te dan lo suficiente, solo te entierran aún un poco más en el pozo. Cuando estás completamente cansado de tanta mierda.
Sería igual me pregunto, si es que no existiese prejuicio, si lo reglamentado desapareciera, si tuviera más libertad aún. Sino traicionas tu conciencia.
No lo sé y nunca lo sabré…
Porque el estar bajo el nivel del mar de la moralidad y la ética, aunque se finja desinterés, te vas asqueando de ti mismo. De lo que cargas, de lo que cargaste, de lo que hiciste, de lo que serás, y la imagen de las abuelas embutidas en chompas, que vuelven a verte con recelo por la calle cuando se cruzan, y las palabras que de seguro piensan, van rebotando por tu cabeza sin sonar realmente.
De eso hablo, de ese maldito rechazo que parece estar en las venas, de ese complejo. Y lo que es peor, ¿Lo preestablecido te reconfortará? No, nunca más.
A. Los que están en éste hoyo, no quieren salir más.
B. Es como vender tu alma, es un intercambio incorregible.
Y entonces recuerdas, lo bueno que es estar ahí, dejas de pensar, y te envuelves en los placeres.
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