Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

25 enero, 2010

Intervención gráfica. XIV

Escóndeme.

Cuando suena el último tambor, cuando no crees en nada más allá después de la muerte, cuando comienzas a notar las consecuencias de tanta contaminación, y los efectos del calentamiento global, cuando los Estados Unidos juegan a ser Dios y mandan terremotos e invaden países a vista de todo el mundo, cuando el proyecto HAARP está aterrorizando Sudamérica, cuando no te queda más que esperar el final y te gritan por todos lados que en el 2012 será el apocalipsis, el que está más que escrito, Cuando mucha gente reacciona y sueña con descontaminarlo todo, cuando te dicen "el cambio es hoy" realmente creo, que el cambió debió haber sido hace muchos años, cuando te sientes un simple instrumento más entre tantos estrategas millonarios esperando que hagas lo que ellos quieren. Cuando presidentes de izquierda y derecha se insultan por televisión, y tu amarrado en un tercer mundo, sin sentir las grandes cosas que pasan en "el resto del mundo". Cuando todo se parece morir a tu alrededor, y vives pensando en el cáncer que te puede dar, sólo por el hecho de estar vivo.

No es septiembre y veo todo el planeta como una masa gris en descomposición, prendo un cigarro y lo disfruto como nunca, y recuerdo el encanto de las pequeñas cosas, un suspiro en una avenida, el viajar a velocidad en el asiento de copiloto, la sonrisa de una niña, una película al empezar, una buena conversación, un buen vino, un niño sacando la lengua, la brisa hecha golpe en la cara, una tarde viendo el sunset, un beso que te destierre del sueño, una lectura. Las pequeñas cosas parecen llenarme por completo, y es que rodeado de tanta basura, no nos queda más que buscar una salida que no esté afuera, sino adentro, entre nuestros demonios, y temores.

19 enero, 2010

Oh my love, my love.



Kevin Johansen. The Nada. Andrea Echeverri. Me gustaría poder dedicarla, pero en estos tiempos, y desde el hoyo, no encuentro la muza.

09 enero, 2010

Desde el hoyo.


Y de pronto y sin saberlo me voy desordenando, ahogando, entre lo que parecía lo libre y lo no. Los humos verdes, la neblina helada en los pies, en las rodillas, en el pecho, superan mi cabeza y me encierran. Me aterran. Me entierran.

Cuando la libertad al extremo se va volviendo agobiante y lo que creías que valía va perdiendo y perdiendo valor, hasta transformarse en una sensación, cansona, inentendible. Un mar de insignificancias, un mar sin respuestas, un asqueroso vaivén de dudas.

El sentimiento se torna una sensación, un retazo de lo que fue, un ocaso eterno, un amargor en la garganta con presión en el pecho. Una impotencia. Una pena, una pereza de lo mismo, pero un odio interno, creciente, desesperación. El sentimiento no puede ser físico, es lo que creí, pero al parecer, es lo único que importa últimamente. Sentir cosas diferentes. Y entre las inyecciones, los inhalantes, las heridas, los asesinatos, las bebibles y las que se fuman, van pareciendo cumplir mis expectativas.

Cuando el cambiar tanto se vuelve rutinario, quieres regresar. Cuando las drogas no te dan lo suficiente, solo te entierran aún un poco más en el pozo. Cuando estás completamente cansado de tanta mierda.

Sería igual me pregunto, si es que no existiese prejuicio, si lo reglamentado desapareciera, si tuviera más libertad aún. Sino traicionas tu conciencia.

No lo sé y nunca lo sabré…

Porque el estar bajo el nivel del mar de la moralidad y la ética, aunque se finja desinterés, te vas asqueando de ti mismo. De lo que cargas, de lo que cargaste, de lo que hiciste, de lo que serás, y la imagen de las abuelas embutidas en chompas, que vuelven a verte con recelo por la calle cuando se cruzan, y las palabras que de seguro piensan, van rebotando por tu cabeza sin sonar realmente.

De eso hablo, de ese maldito rechazo que parece estar en las venas, de ese complejo. Y lo que es peor, ¿Lo preestablecido te reconfortará? No, nunca más.

A. Los que están en éste hoyo, no quieren salir más.

B. Es como vender tu alma, es un intercambio incorregible.

Y entonces recuerdas, lo bueno que es estar ahí, dejas de pensar, y te envuelves en los placeres.