Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

01 agosto, 2009

Séptimo cigarro. 5

Quinto cigarro



Dicen que un vaso que está hasta la mitad de agua, puede estar medio lleno o medio vacío, dependiendo de la persona de quien mire el vaso, pero no es lo mismo con la cajetilla de siete cigarros, que compró hacía cinco días, ahora sólo contiene dos cigarros sin prender y uno en su boca recién prendido. Obvimente no había más vueltas que darle, todo estaba a medio acabarse.

Viendo la cajetilla hoy se pasó gran parte de la tarde, pensando en todo lo que había pasado en estos dos últimos años, como su vida fue desvaneciéndose hasta llegar a eso, que es aún peor que estar muerto. Es la muerte en vida, se sentía como atrapado dentro de un retazo de si mismo, entre sombras de gente que ya no lo rodea, entre compañías que huyeron y recuerdos nostálgicos, pero no esos recuerdos de días anteriores, de su infancia, de sus padres y navidades, sino de recuerdos posteriores, de su adolescencia, de su juventud aún no finalizada.

Casi sin querer y rozando con las lágrimas y el amargor de garganta, fue recordando cada uno de los desplantes, de ropturas, de esos amores que dejó pasar, de los que nunca pasaron, de los que le pasaron encima, atropeyaron y destrozaron por completo. Todos los besos, los perfumes, las pieles, las caricias, las historias, las sonrrisas, cada una tan perfecta como la anterior, pero con mayor crueldad también.

Porqué será que aveces un afán autodestructivo se encarga de desmoronarlo, de acabarlo poco a poco, con recuerdos, con malos pensamientos, ¿Ahí algún gusto en probocar una depresión, de dañarse?

El quinto cigarro vino con la reveladora observación de que hacía unos cuatro días atrás que los cigarros no causaban ningún tipo de placer, es más, todos daban por común denominador el estado depresivo, las horas eternas, el maltrato casi físico que le probocaba recordar lo solitaria que había sido su vida, y no venían con aires de querer mejorar, de cambiar, de marcar hitos, no, al contrario, venían con aires, aún más perforantes, que lo hundían más y más.

En el mar de la incertidumbre y el excaso confort, junto al sol que le mandaba un inequívoco resplandor. Siguió fumando hasta que el cigarro poco a poco se acabó, sin producir asco ni satisfacción, sólo acabó como acaba el encanto de una flor que nunca fue vista pasada ya la primavera, como acaban las historias que nunca fueron escuchadas, como acaba este cigarro que posiblemente se asoma a ser uno de los últimos.

Quedan dos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

waaaaaaoooo!! cuando no sorprendiendome con toda palabra q pasa por tu don de contar lo que podría y no sucerte a tí o a alguien más!! es cuestión d q t den ganas para q relates tan bien las aventuras d otro si es q t lo piden!! ... hermoso cuento! me gustó ah!! los momentos d soledad d uno! cuando la vida ya está como de adorno! más q eso! seeeee quedan dos y yo estaré para acompañarte!! ... me despido!! cuidate mucho!! un gusto leerte compadre!

Enrique Palacios dijo...

El cigarro, que al ir extinguiendose asoma recuerdos imborrables, tristes o alegres, pero vale la pena recordarlos... y terminar el ambivalente pucho ;)

Saludos Gabriel

Unknown dijo...

psss buenisima la historia, ojala y pronto publikes la dl sexto cigarro