de esta oscura tempestad,
pero me hice el sordo
y al dolor quise retar.
Con los uniformes limpios,
golpeando la tierra,
viendo el flamear de la bandera,
y escuchando las trompetas.
Aún lo recuerdo,
como un ave
huí de mi nido
sin conocer el exterior.
Esta vez el casco si ajustaba,
los rifles si tenían balas,
la sangre si corría de verdad,
y afuera sólo uno triunfaba.
Una oscura neblina,
cubrió los recuerdos de cuartel,
la paloma blanca murió,
y yo sólo quedé.
Una tormenta de espinas
se llevaron a mis amigos,
y en una trinchera olvidada
lloro por vivir.
Y ahora pienso,
¿Qué me dio la victoria?
¿Acaso borró los recuerdos,
o sanó las heridas?
No revivió a mis hermanos
que por pan asesiné.
Ni limpió mi mundo
de sangre y dolor.
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