Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

26 marzo, 2010

Significante y significado.

Significante: Sentado bajo la llovizna y luna amenguanada. Los ojos luchando para que las pestañas no se entrelacen. Acabas el café y prendes el cigarro.

Fondo musical: Mariel y el capitán - Sui Generis

Significado:

24 marzo, 2010

Hogar. En Marzo.

B. ¿De qué color es esto?

A. Azul.

B. Eres daltónico, lo olvidé. ¿Y cómo puedes estudiar diseño?

A. No soy daltónico es azul.

B. Es verde.

A. Azulado.

B. Daltónico.

A. Yo soy el que estudia eso.

B. Ya dejémozlo ahí. No importa. ¿Tienes clases ahora?

A. Los Martes estoy libre.

B. Ah verdad. ¿Unas chelas para la noche?

A. El miercoles si tengo clases.

B. Sólo un toque, hace tiempo no hablamos...

A. Estamos hablando. Además no me gusta la chela. Me voy a dormir. Quiero hierba.

B. Como qieras...

23 marzo, 2010

¿Y qué?


¿Y qué si éste es mi último cigarro? Si el eterno resplandor se vuelve no más que una piscina mal oliente de sangre. ¿Y por qué la luna tendría que decir algo? Si hasta las conversaciones conmigo mismo se han vuelto afiebradas y agresivas. ¿Y qué si no vuelvo a escribir? Si las palabras no son más que traicioneras y si mi velero, entre mares ecolálicos parece perderse. ¿Y qué si acabo con todo y con nada a la vez? Por qué así es todo, es nada. ¿Y si lo que creía valioso no es más que ideas, no habrían de acompañarme a donde vaya? ¿No habrían de estar únicamente en mi cabeza? En mi enloquecida y cada vez más enredada cabeza. ¿No habría de ser cierto todo ésto? ¿Y si me sumerjo entre el aleph de lo material e ideal, no habría alcanzado ya el máximo escalón de lo planeado? ¿Y qué si salto? ¿Y qué si no salto?

07 marzo, 2010

Asesino estepario.

Con éste, uno de los últimos cuatro cigarros que me quedan, tratando de sobrellevar la noche, de brillo lunar, y reflexionando sobre mi origen, llego otra vez a la desenfrenada conclusión de que soy uno de los últimos esteparios que habitan por éstos lares, los cafés para locos ya no existen, los hoyos pequeño burgueses van desapareciendo y se van agotando las masas de gentes poco interesadas de la vida, con la que me gustaba conversar, las noches lucen solas con mi compañía únicamente y el encanto de luna y mariposa nocturna parece ya no traer la inspiración, para aquellos que se hacían llamar escritores. Tiempos agitados, cafés instantáneos, cigarros con impuesto y letras sin sentido, eso aguarda la nueva noche bañada de sangre en la que me envuelto sin saber cómo.
Me he visto, en estas noches de ataduras y barrotes, perdido entre las paredes, que por más lejanas se encuentren las unas de las otras, el espacio sigue absolutamente vació. Será que así es la vida de uno de los míos, será que todos atraviesan el mismo transe desolado. Que la araucaria no regala sonrisas, que las canciones no despiden escenarios que describir, que todo se encierra en una cárcel carente de paredes rectas, carente de esquinas, una cárcel mental, absolutamente abstracta como para no poder huir de ella, perfecta y de alguna manera tan interna como para no poder alejarse lo necesario. Deben ser los demonios de los que he oído, y de los que no he podido compartir con otros, de otra forma que no sea ésta.
La lucha con el lobo y el príncipe meditabundo, me paraliza sin saber si me encuentro errando o acertando en las decisiones. Se va desapareciendo lo preciado, lo ideal, en la sombra de las paredes, de las callejas oscuras, lo cubre en sangre, de olor fétido canino, que iluminado por brillo de la luna, en un eterno estallido se hunde, en el precipicio de un aleph olvidado, en el aullido desaforado que emite el lobo harto de este, el cuerpo humano que lo contiene. Y entre lo absolutamente mágico y ocasional que resultan todas las respuestas del ser, del estar y del que hacer. Y el logaritmo de lo perdido entre el recuerdo y el destino, que da píe a otro vómito de variables encriptadas, y del charco de sangre de la nueva víctima que he cobrado por la envilecida verdad que se ve cada vez más lejana y con más de esa bruma blanca paralizante.
Vuelvo en mí, dejó caer el cuchillo y dejo también la apariencia del mamífero aullante, observo el cuerpo asesinado y cayendo hacia atrás, en un tiempo aún más infinito que la locura que me rodea, ruego por no hundirme en otro falaz océano de acertijos sin salida.