Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

07 octubre, 2009

Séptimo cigarro. 7

Séptimo cigarro.

Llegó así al último cigarro y a la parte más muerta de la tarde dominical, la más nostálgica, la más sepia y con aquella la tonalidad suave de la melancolía. Se fue envolviendo entre los retazos de poesía, y las frases a medio recordar que escuchaba en su nueva trova.

Agobiado de la vida reposada y del escuchar a las ventanas golpear contra la pared, su muralla infranqueable. Voces. Voces en su interior alterando su muerte constante. Sus ojos negándose a ver en el espejo solamente su rostro, su rostro gris y sin perfumar. Sus ojos negándose a enfrentar que hacía horas sin razón lloraban. Una piel fría, amoratada y sin nada que la cubra más que la pared del departamento por el que luchó por hacer suyo.

Las puertas se abrían y cerraban, la helada brisa impetuosa del desenfreno recorría la casa desnudándola por completo. Y con esa, la última bocanada de humo, se dice que salió de su boca, algo más que dióxido. Desde entonces su boca se mantiene obtusa, haciendo burla del gesto de sorpresa que la vida nunca le trajo.

Queda la angustia. El paso del tiempo. Los ojos sin pupila. El aliento seco. La piel fría. Los caminos sin terminar. El café en la prensa sin tomar. Los periódicos revolotenado con el aire. La sangre sin correr. Un sinfín de sueños. Un mar de recuerdos. Un amor pendiente. Una soledad constante. Una lápida sin visitas. Una memoría incompleta.

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