En el tenebroso recinto apenas entraba un rayo de luz. Una repentina ráfaga de viento trajo un desagradable olor a ungüentos y medicinas. A penas y por instantes podía notar la profundidad de la habitación. Las paredes, o al menos una, la única que podía divisar con claridad, estaba cubierta de losetas, medio blancas, medio amarillentas, losetas al fin y al cabo. En la parte inferior, y casi finalizando la pared, una camilla, una de esas inestables que parecieran elevarse con la brisa. Una sábana abultada sobre la camilla, y el olor a medicinas se volvía más angustiante, caminé rozando con la mano, la pared de la izquierda, fría y melosa, un paso más y comencé a romper los trozos de vidrio que desperdigados estaban por todo el cuarto, el ruido pareció mover algo en la sábana, volví la mirada, y la ventana, la única fuente de luz, se cerró repentinamente.
1 comentario:
lo paja d tu descripción esta, es q siento q ando metida en ese tenebroso recinto... ... i eso de la pared "fria i melosa"... le dan toda la textura al cuentito =P pajita pajita
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