Sobre este blog.

Cuatro años después del Septimo Cigarro, siendo un ex-fumador de tabaco y habiendo dejado de lado muchas de mis depresiones adolescentes, me vi aquí nuevamente tratando de robarle palabras al viento, para inmortalizar y/o dejar ir experiencias. Entre ensayos y esbozos intento recobrar esa antigua parte de mi, que creía había muerto.

30 marzo, 2008

El escondrijo de subterfugio

En busca de algo trascendente llegué a parar aquí… en un mundo cuyo cartel de entrada dice con letras pequeñas y poco deformes “Sólo para locos…” donde el asfalto es de brea y cuesta diferenciarlo de la carretera, donde de los árboles brotan cigarros como flores a medio marchitar, donde el sol escoge que vale la pena iluminar y que no. Casa de bohemios y esteparios que caminan sin encontrar algo que ocupe su alma del todo, el hogar para los que estén asqueados de todo lo que han vivido y han de vivir, asilo de los que se han artado de oír diatribas de toda calaña, hogar de hombres que busquen como anacoretas la soledad absoluta, y donde lo naranja y verde es sólo un recuerdo casi olvidado de lo que alguna vez se pudo entablar.

Campos interminables de cactus, con caminos desiertos, donde no vale la pena apostillar para nada y sobre nada, descanso de pensadores taciturnos, e inframundo para los que pensar no es su naturaleza. Hogar únicamente mío y de nadie más, escondite de unicornios y de lo que yo quiera que se oculte ahí, donde el aire acostumbrado está al canto de la armónica y a llevar el aroma de los buitres que de hambre han muerto sobre el suelo árido.

Los invito a compartir de mi mundo. Bienvenidos sean al escondrijo de subterfugio, donde el atisbar sillas vacías es tan simple como respirar, y donde el percibir la gélida neblina es algo que con el tiempo se llega a amar, domicilio de los que aman la lluvia, la braza ardiendo entre sus labios; domicilio de los aspirantes de humo y de los que gustosos pisan las hojas secas para escuchar el crocante sonido.

Señores feudales de diferentes lugares y soñadores de libros llegan a parar aquí, sin importar tiempo o espacio, junto a mí, en busca de algo que logre complementar al máximo su existencia, en busca de respuestas y a causa de morados fracasos. Sigiloso susurraré en oídos dormidos las sibilas secretas para llegar a mi escondite. Necesito de la presencia de los asesinos de la ilusión, de los bohemios, de los forasteros y de los escritores cruentos, los necesito aquí en lo más profundo de mi subterfugio, en mi escondrijo invisible.